ALMA A.C. CARBAJAL GUZMÁN
INMORTAL
No muero, busco sombras, sin embargo no muero
el fantasma de un corazón palpita invisible,
una canción anónima
me habla de recuerdos y miradas.
Bebo emociones, más sigo con sed
me alimento de sonrisas, pero mis labios continúan famélicos,
respiro la rutina de los días,
sin saber que cada hora,
el hastío rasga sobre mi alma
esa arruga oscura y profunda
que ni el olvido alcanza a disipar.
Vuelvo con los ojos ahogados de otros ojos,
vuelvo a casa, con los pies llagados del camino desconocido,
vuelvo a mirarme en los actos del pasado,
inmortal
reflejo de un espíritu ciego,
que dejó el amor,
recuerdo constante de hazañas inconclusas
de guerras ascendidas, a planos desconocidos,
para los errantes del corazón.
AYER
Las carpas del ayer se levantaron sin rumbo,
buscaban aplausos de papel,
recordando precisas
funciones fallidas.
Tras el éxito del sentimiento
ningún salto se complicaba,
abrazos que fluían con gran maestría,
corazón,
sonrisas acróbatas y ánimo de multitudes.
Ella quedó en la cuerda floja,
¿Había caído?
como saberlo, si cuando se levantó, ya no era más su cuerpo
su mente no era más su mente,
había mudado a una ciudad fría donde se respira desolación,
donde la bruma invisible del recuerdo, empaña los ojos una y otra vez.
En el desolado campo de su piel,
el último acto,
función de silencios,
la repetición no busca abandonar la silla,
horas muertas parpadean en su cabeza.
Hay esperanza, ayer no.
Ayer fuimos una sola,
que buscó el presente tras el reflector de una palabra,
dos horas, tres minutos, un segundo
que caiga el telón.
El mañana es presente, el ayer, ayer, ayer es hoy.
Soy yo.
NADA
Nada, no hay nada
La nada se incrustó una tarde,
llana como la lumbre
buscó devorar los afiches de mi memoria.
Nada, no hay nada.
La nada bebió todo,
los recuerdos en un solo trago
las aflicciones a sorbos
y la templanza la dejó añejar
para degustarla en abreviaturas y suplicas.
Nada, no hay palabras.
La nada creo nuevos laberintos en mi cabeza,
cosió la boca de mi alma
y cerró mis ojos,
ahora busco alguien que interprete mi silencio,
anónimo,
alguien del pasado
y mañana, mañana
seré vidente de la nada.
Nada, nada, nada
¿Nada? ¡Si!
Al final,
Nada… nada… ¿algo?
PLEGARIA OBLIGADA
La sanguinaria rutina ha herido mis risas,
ha herido mis pies,
matado mi asombro
ha mutilado mi memoria
y con su mano sombría,
todos aquellos lugares que alguna vez concebí.
Convertido en fervoroso adepto del horario,
el comentario traspasa mis sentidos una y otra vez,
lenguas de sable
hacen pedazos mi humanidad,
una sola religión queda al final
el trabajo.
TRES VECES
Tres veces toqué
para despertar
al rompecabezas de mi oscuridad.
Tres veces toqué
tres veces morí
tres veces el desconocido volvió a mí,
con la razón impura,
con el ocaso de su alma desfigurada
lo regresé al olvido,
a la tumba inquieta del hastío,
sólo tres susurros
nunca más volvió a morir.
Tres veces sobre las tinieblas,
tres veces busqué
heridas tardías
que sobre la piel ardían,
desoladas todavía.
Bajo la luz tres parpadeos:
la hora del arrepentimiento.
Tres gritos enmudecidos
derramados sobre la alfombra,
alumbran pedazos de realidad.
Entregué las condolencias de mi piel
y sin sentido vagué,
con el rompecabezas maldito de mi fe.
CRECIENTE
Ahora sólo comparto las cenizas en la piel,
briznas de aliento cerrado.
Enamorada
de unos ojos al acecho,
de un anónimo deseo que desaparece
con el primer respiro del atardecer.
Entrego la poesía,
dejo que se escurra entre mis dedos,
en los labios, mientras besan pasión
en otros labios.
Entrego a otros ojos el fantasma,
la sombra pálida de un verso agonizante,
casi extinto
por instantes inquieto, casi ausente.
El tiritar de la noche
enuncia la despedida.
Estrellas y un seis sobre la puerta,
procrean un recuerdo fugaz.
Profecía muda
que vuela tras un último beso,
busca ceñirse a la marea oscura de tu cabello,
en el horizonte de tus ojos
otra vez, otra vez
casi…
al cerrar la puerta
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10 noviembre, 2018 at 10:34 pm
buenos versos
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